lunes, 19 de marzo de 2012

Cerca de Rodellar

   Hace dos semanas visitamos el pueblo de Rodellar, lugar de escaladores y barrancos, con el objetivo de recorrer parte de sus caminos hasta el pueblo abandonado de Otín, y regresar desde allí por el barranco de Mascún.
   La primera parte del recorrido se realiza a través del barranco de la Garganta Baja o Andrebot, pasando primero por la surgencia del Mascún, lugar de aguas cristalinas y calma encajada entre paredes de piedra, trabajadas por el tiempo y el quehacer de los escaladores. Es fácil imaginar en época de deshielo que la calma se quede olvidada.

Agua cristalina en la surgencia del Mascún.

    Tras ascender, no sin falta de esfuerzo, a través del barranco, llegamos a uno de esos lugares que llenan nuestra geografía de misterio y leyenda, ya que no en vano los antiguos moradores colocaban sus enterramientos, sus dólmenes, en terrenos que para ellos eran especiales, llenos de significados que ahora, en su futuro, nos han quedado olvidados.
    
  Dolmen de Losa Mora.

    Desde que se visita el dolmen un halo de misterio nos va acompañando por el camino, la luz de estos días de invierno hace que los colores de las piedras y los erizones, las carrascas y el boj, hagan esa sensación aún más palpable.

 Cabaña entre Losa Mora y Otín.


                                                               Cabaña entre Losa Mora y Otín.
    
    No nos encontramos a nadie por estos caminos, lo que hace que nos sintamos más solos si cabe. A través de campos de cultivo abandonados hace ya muchos años, no podemos dejar de pensar en lo duro que fue vivir y trabajar aquí. 
    A lo lejos ya se ven las primeras casas de Otín, pero esto lo dejaremos para otro día.

Salud.
   

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